Ricos y Famosos

Ricos y Famosos

Riqueza y felicidad es lo que esperan para sus vidas los jóvenes estudiantes universitarios estadounidenses, que en un 80% quiere ser rico y el 50% ser famoso. Así lo expone el doctor en psiquiatra de Harvard Robert Waldinger, quien en diciembre del 2015 compartió los resultados de un estudio que dirige en la Escuela de Desarrollo de Adultos de la misma Universidad de Harvard. El objetivo del estudio, que se inició el siglo pasado (1938) en 724 personas y que aún continúa desarrollándose, es analizar los factores que determinan una vida sana, plena y feliz.

Los resultados de este estudio les indica a estos jóvenes, que mejor enfoquen sus esfuerzos en cultivar relaciones interpersonales cálidas y protectoras, ya que los hallazgos encontrados correlacionan una vida larga y feliz, con el tener relaciones humanas de calidad.

Esto no quiere decir que el dinero no sea necesario, de hecho, si falta es motivo de infelicidad, pero se ha visto que cuando éste logra satisfacer las necesidades básicas y cierto nivel de calidad de vida, el tener más dinero no correlaciona positivamente con felicidad. Lo mismo sucede con la fama, cierto nivel de reconocimiento, especialmente si se relaciona con nuestras fortalezas y logros, alimentan nuestra autoestima, pero ya en un nivel excesivo trae problemas como son la poca privacidad, la falta de tiempo, etc., que hacen difícil disfrutar plenamente la vida.

Volviendo al estudio de Harvard que expone los descubrimientos de más de 75 años de investigación, y que devela que la buena vida – larga y feliz- se construye con buenas relaciones, además nos da luces de qué tipo y qué características deben tener estas relaciones para ser benéficas.

Lo primero que destaca Waldigner es que en contraposición a la gente que fue durante sus vidas más conectada socialmente, ya sea con su familia, amigos y/o comunidad, los que experimentaron soledad no sólo vivieron menos tiempo, sino que también mostraron signos de deterioro cerebral más tempranamente. La soledad nos hace mal.

También se descubrió que no importa la cantidad de amigos o de relaciones que se establezcan, tampoco si son relaciones de toda la vida, lo clave es la calidad de las interacciones. Se observó que quienes vivieron estrechas y cálidas relaciones en la mediana edad (50) padecieron menos dificultades de la vejez.

Otro hallazgo muy interesante es que las buenas relaciones, no sólo protegen nuestro cuerpo, sino también nuestro cerebro. Las parejas del estudio, que a los 80 años sabían y sentían que podían contar con el otro, sufrieron menos deterioro de memoria.

Si bien, los resultados de este estudio son contundentes en cuanto a que el establecer relaciones buenas y profundas benefician nuestra salud y bienestar, no se trata de llenarse de amigos, parejas o de contactos en Facebook. Tampoco significa nunca estar solo, tener que casarse o no tener conflictos o diferencias. Más bien, nos muestran que se trata de dedicar mucho tiempo y esfuerzo a construir y mantener relaciones cálidas, estrechas, de confianza, de amor, respeto y apoyo mutuo. De enfrentar las crisis de la vida y dificultades con el apoyo y presencia de otros.

El lograr esto, sin duda, requiere de madurez emocional (habilidades de empatía, de comunicación, paciencia), sabiduría y de mucha generosidad (para sentir y expresar agradecimiento, perdón y amor). Lo importante, y buena noticia, es que todas estas cualidades se pueden aprender, ejercitar y finalmente transformar en hábitos. Lo que es bastante más realista y beneficioso de lograr, que ser millonarios o famosos.

https://www.youtube.com/watch?v=q-7zAkwAOYg&feature=youtu.be